Madres egocéntricas

En un antiguo post con título madres infantiles, falta de maternaje y carencias adultas te hablaba sobre un perfil de madres auto centradas en sus necesidades.

Las madres infantiles no saben nutrirse y por tanto demandan al entorno para satisfacer sus necesidades desde una actitud de víctima.

De lo anterior deducimos que las madres egocéntricas están centradas en ellas y no van a ser muy conscientes de las necesidades de sus hijos, por muy evidentes que estas sean.

Lo ideal es que una madre vibre en el amor incondicional, pero esto no siempre ocurre por muchos motivos.

Vibrar en el amor incondicional requiere haber hecho un trabajo previo con la sombra o aspectos más densos de cada uno, con el fin de trascenderlos desde la comprensión y aceptación.

Muchas madres infantiles no han podido trabajar estos aspectos porque se han limitado a sobrevivir a sus circunstancias, y a veces eso ya es mucho.

Yo opino que todos estamos evolucionando, cada uno a su manera, pero hay personas más conscientes que otras.

Las personas que están menos conscientes no se plantean un cambio interior porque consideran no lo necesitan.

Soy hij@ de una madre infantil

Como hijo de una madre infantil, es probable que tú también te sientas como una victima de tu madre, al fin y al cabo es probable que no hayas tenido todo el apoyo, atención y comprensión que de niño te hubiera gustado.

En mi curso y sesiones te enseño a empoderarte para que puedas hacer cambios en la relación con tu madre desde una postura donde te sientas dueño y señor de tus emociones y de como tú eliges sentirte.

A continuación te voy a hablar de dos aspectos importantes relacionados con empoderarte a ti mismo para sentirte con más paz interior en como percibes y vivencias la relación con tu madre.

1. ¿Cómo puedes dejar de sentirte víctima?

En primer lugar abrirte a la comprensión de que tu madre tiene sus mochilas y aspectos no resueltos que proyecta cuando se relaciona contigo.

En este sentido es importante aprender herramientas que te permitan ir des-identificandote de acciones y discursos negativos que tu madre proyecta sobre ti.

En segundo lugar es importante trabajar en tu biografía con el fin de sanar heridas infantiles y liberar memorias de dolor que puedan estar afectándote hoy día.

Por ultimo hay que hacer un trabajo constante de pivotar hacia el adulto.

Cuando hablo de adulto me estoy refiriendo a responsabilizarte de tu niño herido para sentirte fuerte, empoderado y con capacidad para poner distancia emocional con todas las relaciones que te dañan.

Sobre este tercer punto te hablaré más adelante en otro post.

2. ¿La distancia física puede hacerte sentir mejor?

En muchas ocasiones hay personas que prefieren poner distancia física, creo que en muchos casos es necesario.

La distancia física puede proporcionarte el espacio para ver con objetividad el programa de tu madre y des-intoxicarte de el.

Hay personas que optan por poner distancia de forma definitiva en la relación con su madre.

Yo no estoy a favor, ni en contra; en muchos casos esta separación definitiva puede ser la solución más amorosa.

Hay personas que se han alejado definitivamente y se sienten en paz.

Más sin embargo hay otras muchas que aun habiendo puesto distancia total y definitiva no se sienten en paz, es como si desde la distancia llevasen a su madre en sus espaldas.

Por este motivo hago tanto hincapié en hacer un trabajo con uno mismo que permita generar una distancia emocional saludable de tu madre, de forma independiente a que te encuentres más o menos cerca de ella o la veas con más o menos asiduidad.

¿Qué opinas tú de este tema?

Puedes dejarme tu opinión en los comentarios de más abajo.

Virginia

8 comentarios en «Madres egocéntricas»

  1. Yo después de muchos años perdida y con un sentimiento permanente de culpa, aclaré qué era todo el caos que envolvía mi vida: una madre con un trastorno narcisista de la personalidad. Solo conocer su problema me permitió poder ponerme a trabajar en el mío y en todas las carencias que ello me acarreaba. Es como una enfermedad maternal que afecta a los hijos bajo una nebulosa que impide identificar el origen y su salida porque nos sentimos nosotros los culpables. Sus oscuridades son proyectadas hacia nosotros y las cargamos por pura indefensión genealógica. Queremos a nuestra madre y la necesitamos, pero no somos conscientes de que está enferma. Como lo suyo no tiene cura porque su propia enfermedad es que es incapaz de ver su lado oscuro, solo podemos optar a sanarnos nosotros… alejándonos.

    A mi me dió la vida documentarme leyendo mucho. Todos tenemos conocimiento por estereotipos del típico narcisista engreído y vanidoso (el llamado «grandioso»), pero el narcisismo se refleja de forma diferente en cada persona… porque todos somos diferentes. El narcisista encubierto (también llamado vulnerable o de piel fina), produce los mismos efectos a su alrededor (yo me atrevería a decir que es incluso peores porque está oculto a ojos ajenos y la culpa se multiplica). Las mujeres solemos adoptar más esta figura vulnerable que la grandiosa.

    Responder
    • Hola, gracias por compartir tu experiencia y enhorabuena por el importante trabajo que has realizado. Aunque yo utilizo diferente terminología, estoy de acuerdo contigo: las personas autocentradas no son solo los narcisistas que no miran más allá de su ombligo, también el victimismo es una forma de estar autocentrado en uno mismo. Un abrazo.

      Responder
  2. Mi Historia es algo «extraña» somos 2 hermanas que crecimos juntas con 3 años de diferencia, yo soy la menor, el esposo de mi hermana dice que parece que somos de familias diferentes porque ella cuenta todo tan diferente a como lo cuento yo. Mi madre vivió una infancia tortuoso que la hizo casarse a las 18 años e irse, tuvo un padre maltratador y una madre abocada por completo a su hermano, mi abuela marco un claro favoritismo siempre hacia el (aún hoy ya siendo bien adulto). Mi mama desde que recuerdo quiso hacer ver que mi papa me prefirió a mi, pero ya de adulta veo que sólo era una proyección de lo que ella había vivido y tal vez de forma inconsciente desarrolló favoritismo hacia mi hermana, mi papa cometió muchos errores pero mal padre no fue, pero ella describe a mi papa como un monstruo, lo que a mi jamás me pareció. Finalmente ellos se separan y a los 19 años mi madre se va del país con una hermana pequeña que nació 15 años después y yo me quedo sola, no recibí apoyo ni emocional ni económico de ella a pesar de que aún estaba estudiando y mi papa de a ratos «me ayudaba» pero sin mayor responsabilidad. Así pase años muy duros hasta que conocí al que hoy es mi esposo que me apoyo y ayudó en todo incluyendo terminar mis estudios. Casi 11 años después yo me voy al país donde está mi mamá, los nos recibe en su casa durante 6 meses a mi esposo, mi hijo y yo, luego nos mudamos y yo nunca he sentido esas ganas de compartir con ella, ni ese «cariño» que se «supone» debería sentir, hace poco le di la noticia de que estana embarazada de nuevo y su reacción fue prácticamente nula, no tiene mayor interés por preguntarme como me siento ni muestra emoción. Estando aquí después de tantos años to sentí que ella no «cabia» en mi vida, después de tantos años sola y de esa ausencia tan grande no sólo cuando me dejó sino cuando niña que recuerdo su trato tan diferente hacia mi. Todo esto hoy en día afecta mi relación matrimonial, me siento triste, me pregunto que hubiese sido mi vida con uno a padres «reales» y no con estos tan ausentes. Perdona lo largo. Necesitaba desahogarme, se que necesito tratar esto que arrastró desde hace años, pero creo que una parte de mi no se atreve a buscar la ayuda. Un saludo para ti…

    Responder
    • Hola Ana, si, te quedó un poquito largo 🙂 🙂

      Dice por ahí alguna leyenda o cuento, no recuerdo bien, que «cada copo de nieve cae en su lugar exacto», en base a esto lo que nos toca vivir, más o menos duro, forma parte de nuestro aprendizaje de vida.

      De niños tenemos menos margen de acción en nuestra vida y circunstancias pero de adultos hay más margen y libertad.

      Si te sientes triste quizá tengas que ver y tratar esas necesidades emocionales que tuviste siendo niña…

      Un abrazo,

      Virginia

      Responder
  3. Querida Virginia, te escribo desde Chile, llegué a tu blog justamente buscando sanar a mi niña interior. Provengo de una familia disfuncional y con dos adultos muy dañados, mi madre codependiente, infantil y victimista; mi padre, codependiente, autoritario. Ambos, desde la terminología clásica, con TDP narcisos, ella de cluster B, y mi padre, fallecido hace 14 años, estuvo hospitalizado en tres ocasiones por psicosis maniformes. Fue diagnosticado TAB II luego de la última internación. Soy terapéuta también, y en este proceso de sanación, desde ya 10 años, he tenido el apoyo y sabiduría de madres y padres amorosos. Ambos psiquiatras, mentores, amigos, doctores. Te escribo estas palabras con una infinita gratitud y emoción, mi niña interna está cada vez más sana, sigo trabajando en situaciones reactivas con mi madre, abusiva y victimista desde la compasión, pero con un rotundo no a sus manipulaciones. Virginia, realmente te agradezco, y quiero decirte que tu trabajo me inspira a seguir creciendo como terapeuta, ante tanto narcisismo de autoayuda, tu blog es un oasis de amateurismo, de amor por la tarea y vocación, poniendo al servicio de los demás nuestros talentos; con generosidad y sin egos, cuidándome y cuidando. A mis 43 años, agradezco profundamente al universo, a la vida, a mis padres, a mis abuelos, a mis tíos, a mi misma, a mis hermanos, a mis amigos, a mis sobrinos, a mis terapeutas, a las hermosas personas con las que trabajo y que tengo el honor de acompañarles en su camino de sanación; y a mi esposo, fuente incansable de amor y de cuidado, fiel compañero y amigo. A ti también Virginia, por haber traído luz en momentos de oscuridad, enseñarme un léxico distinto que no podía encontrar. Con ganas de que empiece septiembre para tu curso. Es como un círculo mágico de cuidadores. Te envío un abrazo sentido y lleno de alegría, mi admiración y bendiciones para ti. Ya te escribiré en otro momento, porque me gustaría poder recibir tu atención profesional sobre mi rol terapeuta. La línea que sigues me es coherente en todo aspecto y todo mi ser me dice que contigo es el camino de formación. Utro abrazo más! Feliz domingo!

    Responder
  4. Hola Virginia, te sigo desde el 2017 cuando buscando información te encontré en la web, gracias a ti comencé terapia ya hace 2 años que estoy trabajando en heridas de mi infancia. Y siempre que te leo encuentro frases que me abren la mente «es como si desde la distancia llevasen a su madre en su espalda» y no he logrado aún poner una «distancia emocional saludable» hace ya 19 años que yo tome la decisión de poner esa distancia y irme a vivir con mi padre, sufrí muchísimo intenté acercarme pero ella no quiso sino que todo lo contrario. Nunca más volví hablar con ella ( fue una relación tan dolorosa, viví una violencia emocional tan grande que nunca pude madurar emocionalmente, siempre me hizo sentir culpable de todo las cosas malas que pasaban), y ahora se encontró con mi cuñado y le dijo que quería conocer a mi hija la cual tiene 3 años. Y no se que hacer, lo he hablado con mi sicologa, pero la decisión está en mi. No sé qué hacer. Un abrazo grande, saludos. Alicia

    Responder
  5. Buenas Virginia,

    He visto a mi madre reflejada en tu blog. Mi madre es una persona con sus propios traumas. Mis abuelos, excelentes personas por separado, simplemente no se amaban y por culpa de la imposibilidad de divorcio en su época, tuvieron que aguantarse en una casa pequeña, se peleaban constantemente y eso afectó a mi madre. En mi caso, ella parece pagar sus frustraciones y traumas con mis hermanos y yo. Nos hizo siempre sentir culpables de sus miserias y constantemente nos invitaba a «irnos de casa». Todo esto indirectamente, de modo que cuando eres niño percibes esa mala energía pero no sabes explicar qué pasa. Ella amaba pelear, creaba peleas por placer, sin motivo. Esto me creó una sensación enorme de inseguridad: «si digo esto provocaré una pelea?». Mi madre seguía un patrón: buscaba siempre «un malo» en su vida para siempre víctima. Primero «el malo» fue mi hermano; cuando se fue de casa, fue mi hermana; cuando se fue, fui yo; de modo que acabé yéndome muy pronto de casa y nunca he sentido morriña por la casa de mi madre. Me di cuenta de lo intoxicada que estaba: vivir sola -y ahora con mi marido- me enseñó que amo la armonía y que de ningún modo pude ser un foco de confrontación. Gracias a esto he sanado bastante.
    Sin embargo, de vez en cuando los fantasmas del pasado vuelven y me afecta. Vivo en el extranjero, y pueden pasar meses sin que hable con mi madre. No le cuento mucho mis cosas, porque sé que le da igual. Siempre que intento acercarme a ella, recibo una avalancha de reproches y quejas -bien sobre mí o sobre otras personas (sigue buscando «malos»)-. Es una mujer muy densa y constantemente enfadada con el mundo. Habar con ella me quita mi energía, me «cansa». Me da pena cuando veo a mis amigas con madres estupendas que las apoyan y les hace sentirse fuertes y capaces de todo. Yo tuve que aprender sola a tener confianza en mí misma, pero estoy satisfecha de haber salido de esa situación y de ningún modo voy a tratar así a mis hijos cuando los tenga.

    Responder

Responder a E.S. Cancelar la respuesta