¿A menudo te sientes cansado y no sabes cuales son las causas de este permanente cansancio?
¿Cómo de cargada esta tu batería?
¿Te sientes con energía para llevar a cabo todos tus proyectos?
Escuchar nuestras necesidades
Pues bien, quizá ha llegado el momento de que te plantees si la causa principal de tu cansancio pueda deberse a que seas demasiado solicito a las demandas del exterior y dejes las tuyas en un segundo plano o en el peor de los casos, sepultadas.
A la larga cuando no atiendes a tus demandas ocurre algo que seguro empezarás a notar en forma de sensaciones como ahogo y saturación extrema, ya que básicamente no te estás permitiendo un espacio para escucharte a ti en primer lugar y a partir de ahí decidir que deseas hacer o no hacer con las demandas que llegan de fuera.
Obedecer de forma compulsiva e inmediata a cualquier demanda o necesidad de los demás te agota y asfixia, básicamente porque nuestra energía es limitada y tenemos que aprender a seleccionar y discriminar que demandas responder y no solo eso; además observar si en ese momento tenemos la energía suficiente para hacerlo en condiciones.
Debajo de esta necesidad de satisfacer a los demás subyace la peor de las lacras: la búsqueda crónica de la aprobación para que así me tengan en cuenta, me reconozcan y me quieran. !Pues dejame decirte que esto no funciona así!
Si la aprobación ajena es el motivo subyacente que mueve tus acciones, es más que probable que en numerosas ocasiones te sientas utilizado e incluso por tus mejores amigos y luego te cabrearás y puede que te acabes alejando.
Dar sí, pero desde la plenitud
Definitivamente la cosa no funciona así; tienes que empezar a entender que es importante, casi urgente que empieces a balancear en ti el dar y recibir y sobre todo que revises la forma en las que das; la ecuación es sencilla: cuando das de corazón (y eso significa dar porque quieres y puedes hacerlo) te sentirás pleno y no habrá vacío ni resentimiento; pero cuando das porque te ves obligado, por el que dirán o por quedar bien, estarás dando desde tus más profundas carencias y el resultado será el mismo: carencia.
Si continuas satisfaciendo incesantemente las demandas de los demás sin escucharte y no cesas en esta actitud puedes estresarte, agotarte y lo que es peor, puedes llegar a enfermarte.
Con esto no digo que no haya que tener en cuenta a los demás ni mucho menos, pero digo que lo más importante es que nos escuchemos a nosotros en primer lugar para que cuando ofrezcamos ayuda sea desde el corazón porque desde este centro cualquier ayuda que damos adquiere una cualidad y matiz diferente.
Ayuda siempre que puedas pero ayudate a ti primero, de esta forma cualquier ayuda que ofrezcas será de calidad.
Cuando te sientas ahogado por las demandas de los demás o del entorno, corta con todo por un momento y busca un espacio exterior tranquilo desde donde puedas conectar con tu espacio interior y desde este lugar empieza a sentir tu respiración. Respirar con conciencia es hacer espacio dentro de ti, es conectar con el aliento que te impulsa y da vida. Respirar es conectar de nuevo contigo para ver con más claridad y discernir entre lo que es importante y lo que no.
Lo importante es lo que soy, no lo que hago
Estar para los demás es darles lo mejor de ti y para eso no se necesitan grandes esfuerzos; un abrazo, un gesto de cariño o un momento de escucha pueden aportar mucho. Sin embargo si siempre estas haciendo favores titánicos o ayudando cuando no te lo han pedido desgastarás tu energía y te sentirás frustrado; que te valoren no pasa porque seas un hacedor para los demás. Que te valoren depende más de que aprendas a ser tú mismo, poniendo límites cuando así lo consideres y ofreciéndote cuando de verdad lo sientas.
Cuanto más te escuches, más sabrás cuando es necesario actuar y cuando no.
Escúchate y actúa desde dentro hacia fuera sólo así actuarás desde quien verdaderamente eres, los demás notarán la diferencia y tu energía subirá como la espuma.